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febrero 23, 2007

El caso de la espada - Capitulo I: Un extraño comienzo



Lo supo desde el momento en ke llegó a sus manos, akella no era una carta cualkiera, tenía un peso distinto, incluso su aroma era diferente... el aroma... si, algo había en ese aroma, algo que se sentía cercano y conocido, pero a la vez tan diferente a todo lo ke Jack almacenaba en su memoria ke le era imposible reconocerlo... al menos de momento.

Al abrir la carta no encontró nada diferente al principio, como siempre alguien rekería sus servicios, y lo hacían esta vez mediante una carta porke la ciudad de Tremba --ke es de donde esta provenía-- estaba a varios kilómetros de Nueva Felapio, en donde se encuentran las oficinas --en realidad es una antigua casa medio maltrecha reacondicionada para esto-- de Jack.

El autor de la carta, que se presentaba como Robert Celador, relataba en ella que en su museo ocurrían extraños hechos desde hace algunas semanas, sin dar mayores detalles, pero que tenían algo ke ver --según el-- con una espada recientemente adquirida para su colección de objetos que el llamaba "invaluables". Akellos hechos no tenían relevancia alguna hasta que 2 noches atrás había sido encontrada muerta en el cuarto de akella espada la hija de uno de los empleados de sus tierras.

Sí, R. Celador era poseedor de muchísimas tierras al norte del país, y no solo contaba con un museo particular, sno ke además poseía un zoologico lleno de criaturas rara vez vistas por el hombre, un invernadero del tamaño de un pekeño pueblo con infinita variedad de plantas y muchas otras cosas, todo dentro de akellas tierras, pero solo pocos eran invitados a pasar.

Dentro de la carta también venían 2 fotografías, una era de la espada, la cual no parecía muy interesante a primera vista, con mango dorado y algunas incrustaciones de joyas, pero nada ke no se pudiera ver en cualkier museo. La segunda foto era del cadaver de Sofía Herter de 22 años, hija de Peter Herter de 43 años,alto, macizo y de apariencia tosca, un empleado de la familia Celador que había seguido la tradición de su familia como trabajador de aquel museo heredando akella tarea de su padre y abuelo. Sofía por su parte añoraba salir de ahí, vivir la vida lejos de akella triste fachada que fue el lecho de muerte de su madre, pero no podía dejar a su padre, el la necesitaba.

Nadie sabía lo ke la chica hacía esa noche en el museo, era parte del misterio, pero lo que intrigó a Jack y finalmente lo hizo decidirse a viajar --bueno esto y la suma elevada de dinero que se le ofrecía por tomar el caso-- fue akella última foto, la examinó detenidamente y algo no estaba bien, no eran los cortes ensangrentados ke podian apreciarse a ambos costados de su vestido --extraña forma de apuñalar a alguien pensó--, era su mirada... sus ojos estaban abiertos, pero no había una mirada de terror en ellos, sino de coketería, si no pudiese ver lo pálida que estaba y la sangre por todos lados Jack podría jurar ke Sofía estaba a punto de invitarlo a dar un paseo --aunke el con 37 años se sentiría algo viejo para ella--

Así decidido, Jack empacó su pobre maleta y avisó a su medio hermano Robin --kien administraba una pekeña ferretería en otro sector de akella casucha-- que se ausentaría unos dias, para que este recogiera su correo y atendiera sus llamadas --esto era un verdadero chiste, una ferretería y un detective compartiendo la misma línea telefónica, eso creó varias situaciones a lo largo de los años--. Luego de esto partió su viaje...

Jack Asstor --jackass lo llamaba Robin cuendo solían pelear en la infancia, y ahora cuando se enfadaba con él-- era un tipo de 1.75 de estatura, un tanto delgado pero con una espalda ancha y firme, manos hechas especialmente para manipular objetos con total delicadeza --aunke su torpeza obstruía akel don a veces--, una mirada acogedora, un corazon noble y una mente fría, tenía 37 años pero con suerte representaba 30, a pesar de ke la vida había sido dura con él, las cicatrices del tiempo se encontraban dentro.Odiaba los aviones, y a pesar de que Tremba estaba muy lejos decidió viajar en tren, aun cuando el señor Celador corría con todos los gastos. Esto lo relajaba, además tendría tiempo de pensar en akella carta, akel aroma un tanto dulce, kizas ahora sería capaz de recordarlo, pensaría en la mirada intrigante de la joven y hermosa --a pesar de su padre-- Sofía, en las extrañas "puñaladas" que la asesinaron, y en esa espada, tan ostentosa pero a la vez tan común a los ojos de Jack...

Sumido en estos pensamientos y cansado por las 12 horas de viaje ke ya llevaba, Jack se durmió...

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