"Introspección"
-Es sólo un estado mental.
-No! Su muerte es mi responsalibidad y debo hacerme cargo de su cuerpo!
-Por favor, debes calmarte. Como puedes ver, no existe tal cuerpo.
-Que no puedas verlo no quiere decir que no exista!
-De hecho, es exactamente lo que quiere decir.
El caso es que tampoco era capaz de verlo.
Sin embargo sabía lo que había hecho.
Sabía que era culpable, y si no pagaba por ello, al menos debía darle una sepultura digna a su víctima inocente.
El problema ahora era "cómo".
-Por favor, reacciona de una vez, no puedes ser culpable de algo que no sucedió.
-Cómo puedes estar tan seguro de que no fue asi?! -Sus ojos histéricos lo miraban buscando una respuesta. Esa pequeña sombra de esperanza se asomaba en ellos. En el fondo deseaba tanto como él no ser culpable, que nada hubiese ocurrido. Sin embargo, sabía que sus manos estaban manchadas, lo sabía con una certeza absoluta.- Despues de todo... tu estabas aqui conmigo.
-P... pero... de que estás hablando... acabo de llegar después de que me llamaste.
-Oh, te llamé, eso es cierto. Pero tu ya estabas aquí. Observando. Sin hacer nada para evitar lo que estaba ocurriendo.
Un rato antes todo parecía tranquilo.
Su caminata era usual.
Nada parecía alterar su conversación interna.
Aquella mirada rutinaria a su ser que hacía cada vez que se sentía libre caminando sin un rumbo fijo.
Solo caminando.
Su sonrisa aparecía de un momento a otro sin razón aparente para quienes lo veían pasar a su lado.
Fue así como de un momento a otro sus pensamientos comenzaron a oscurecer.
A tomar un rumbo familiar, sin embargo, desconocido.
Cerró sus ojos para ver mejor aquellas imágenes.
Escenas se repetían interminables.
Mentiras.
Engaños.
Traiciones.
Trampas.
Daño a personas que no lo merecían.
Se vio cometiendo todo ese tipo de atrocidades.
No podía volver a abrir sus ojos.
Se detuvo.
De pronto se vio a si mismo aparecer ante su mirada aún oscurecida.
¿Cómo podía estar ocurriendo?
Pero no, no era él.
Aquel ser observaba sonriente las imágenes que tanto le habían aterrado.
No podía ser él.
Aquel era un monstruo.
Sus manos no resistieron el impulso y se abalanzaron sobre su cuello.
La figura seguía sonriendo sin importar lo fuerte que apretaba.
Sus uñas se clavaron.
La sangre brotó lenta e incesante.
Por fin pudo abrir sus ojos.
Se encontraron de frente con un par que lo observaba.
Vacíos.
Temerosos.
Sin odio.
Sólo miedo.
Y muerte.
Se detuvo.
Era demasiado tarde.
Sus manos manchadas yacían inertes a su lado.
No podía volver a moverlas.
Cerró nuevamente sus ojos.
Sin pensarlo lo llamó.
Apareció casi de inmediato frente a él.
Ambos se miraron en un segundo que pareció eterno.
El tiempo corrió sin detenerse.
Ambos sabían lo que ocurriría.
Sin embargo.
Aún no puede volver a abrir sus ojos.
