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agosto 24, 2007

"Bloody Hand"


Una gota de sudor corría por su sien.
Aún cuando estaba muerto de calor se sentía muy frío.
No sentía sus piernas de tanto correr.
Y sus manos. Estaban entumecidas con aquel bulto en una de ellas y la otra humedecida por algo que definitivamente no era sudor.

Logró recuperar por un momento la cordura y analizar la situación.
Estaba muerto aquel tipo?
Y la chica?
Por Dios! Ella sólo escogió un mal día para hincharle las pelotas a la persona equivocada.

Las cosas simplemente se habían escapado a su control.
Nunca planeó que esto terminara así.
Ni siquiera había querido usar el arma.
Pero todo fue cosa de segundos.
Sólo había reaccionado.
Sin pensar.

Sus amigos le habían dicho lo que se sentía al matar a una persona, pero no se compara en intensidad a lo que su estomago, cabeza y corazón sentían en este momento.
Es más.
Había participado en balaceras.
Había visto muertos de cerca.
Había visto a sus amigos matar personas.
Había visto la muerte de algunos de sus amigos.
Pero nada se comparaba a esto.

Se quedó recordando lo que había pasado.

El tipo la apuntó con el arma para que le entregara lo que había en la registradora y lo pusiera en la mochila.
Ella lo hizo, si. El problema fue que mientras lo hacía no dejaba de insultarlo, de decirle lo imbécil que era al hacer eso, que lo atraparían de una u otra forma, que no valía nada y era solo un estorbo en la sociedad.
Pero la gota que rebalsó el vaso fue cuando mencionó a su madre y la negligencia al criarlo.
El asaltante ya se iba cuando lo dijo.

Por su parte, se encontraba en la tienda por casualidad.
Era su día libre.
Cuando advirtió la situación estaba en la parte más alejada del mostrador, tras unos estantes.
Pensó en actuar inmediatamente, pero decidió usar la astucia (quizás si hubiese escogido la fuerza bruta la chica estaría viva).
Se escondió tras un letrero junto a la puerta.
Esperaba el momento justo.
Estuvo a centésimas de segundo cuando el tipo estaba guardando su arma para abrir la puerta.
Pero la chica no pudo mantener su boca cerrada.

No alacanzó a hacer nada.
Le disparó en la cabeza sin un ápice de piedad en su expresión.
En ese momento salió de su escondite con la frase cliché "Alto! Policía! Baje su arma!" (maldito reglamento, pensó).
Pero ya era demasiado tarde. Mientras lo decía el tipo descargaba su arma contra el y corría a la salida a su lado.
El por su parte también disparó, pero como en una mala película ninguno de los dos resultó herido.

Fué a ver a la chica.
Estaba de espaldas.
La levantó para ver como estaba.
Pero solo consiguió ensuciar su ropa de sangre.

Así que partió tras el ladrón.
Lo siguió un par de cuadras.
Corría mucho mas lento que el así que no fue problema alcanzarlo.
Lo agarró de la misma mochila en que cargaba el botín.

En ese momento el tipo saca un cuchillo tan velozmente que no logró reaccionar a tiempo.
Le cortó el brazo derecho superficialmente.
Pero de inmediato utilizó la mochila como escudo para una segunda estocada.
Como deseaba haber dejado al menos una bala.

Logró evitarlo y darle un par de derechazos.
El tipo también logró asestar un par de golpes.
Al menos no fueron con el cuchillo, sino sería una historia diferente.
Finalmente logró arrebatárselo.
El tipo se abalanzó sobre él.
Sin darse cuenta lo atacó de vuelta.
Pero no midió la magnitud de su respuesta.
Practicamente lo atravesó con la hoja de acero.

Y esto nos deja en el comienzo de la historia.

Estaba muerto?
Sabía que así era.
Pero no se atrevía a verificarlo.

No se atrevió.

Esperó a los refuerzos.
Ellos lo confirmaron.

Tuvo que asistir a sesiones con el psicólogo (maldito reglamento otra vez).
No sirvieron de mucho.
Las pesadillas nunca acabaron.

Es extraño como una muerte puede afectar tanto.
O quizás no lo es.

agosto 20, 2007

"Blanco y negro"


Luchaban una vez más.
Como lo habían hecho desde el principio.

La última vez estuvo a punto de ser vencido, pero salió victorioso valiéndose de todos sus medios. Su enemigo prometió volver con más fuerza y quedarse con el “trofeo” la próxima vez.

Pero él no lo permitiría. El “trofeo” permanecería en su poder como lo había sido desde que se enfrentaron la primera vez hace muchos años.

La última batalla había durado un par de semanas, le había costado vencer, pero no había sido la peor.

Hubo una que duró varios meses, y que en ocasiones vio perdida sin remedio alguno. Tanto así que casi se rinde un par de veces. Pero su persistencia y fuerza interior hicieron que su valor creciera de manera considerable y lograra triunfar.

Esta batalla, como todas las que siguieron a esa, no mostraba un panorama muy prometedor. Cada vez se hacía más fuerte. Pero él también.

Por qué peleaban?
La verdad no lo sabía muy bien.
Hubo un tiempo en que compartían el “trofeo”. Todo era paz. Bueno, nada es así de utópico, pero era un millón de veces más tranquilo que ahora.

Por qué no podían volver a trabajar juntos y tener un mismo horizonte?
Tampoco sabía aquella respuesta.
Pero su hermano sabía el porqué no. Esta vez estaba decidido a quedarse con el premio y no cederlo jamás. Lo mataría si fuese necesario sin dudarlo siquiera un instante. Aún cuando habían nacido casi al mismo tiempo. Eso no importaba en la guerra.

Volvió desde sus pensamientos a la lucha.
Estaba cansado.
Pero no podía ceder.
Cada vez que se distraía su hermano ganaba terreno.
No podía permitirse perder el control.
Se sentía como en una partida de ajedrez. Blanco y negro enfrentándose nuevamente.

Después de varios días logró vencerlo al fin. Conocía sus puntos débiles. Así como el conocía los suyos.
Pero no podía matarlo.
Era su hermano después de todo. Parte de sí. Lo necesitaba.
Aún cuando no estuvieran juntos, necesitaba saber que seguía con vida.

Al parecer todo volvería a la normalidad por un tiempo, como solía suceder. Luego el volvería tras el control nuevamente. Sería un ciclo interminable. Pero no tenía otro camino que seguir.

Fue así como volvió a tomar el control de las acciones.
El cuerpo era suyo.
Sería la personalidad dominante nuevamente.
Aquella mente era solo suya y no podía dejar que su hermano la tomara.

Si así fuese que pasaría con su plan?
Que pasaría con todas aquellas mujeres que aún estaban ahí afuera esperando por él?
Debían probar su carne y luego su cuchillo.
Debían darle ese placer.
Debía saborear su sangre.

Y ya había perdido demasiado tiempo en su propia cabeza.

Era momento de volver a su tarea…